Recuerdo
cuando comía de tu mano, aún era doméstico. Me acariciabas. Hoy nadie se me
acerca, por temor me pusieron cadenas; entonces yo ahora ladro y muestro la
espuma rabiosa de mi boca; que crean que soy salvaje, mejor así, pues no se
acercará nadie a acariciarme y a hacerme sufrir.
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